El Reto: Un añito en el infierno
He estado pensando mucho sobre lo que ahora llamo mi proyecto. Uno de ustedes me dijo, y es verdad, que no haga nada que no hago ahora. Muy buen consejo y muy válido. Pero otro de ustedes me dijo que le gustaría leer las descripciones de las recetas, y pensé, gracias por el voto de confianza, ese sería tremendo ejercicio creativo.
Este fin de semana mi cabeza estuvo tan grande que cuando me vine a dar cuenta había comido más de la cuenta. Es lo que me pasa cuando estoy a punto de hacer algo drástico. Torontos van. Torontos vienen (de paso, pronto haré un post sobre el chocolate más glorioso que existe en la faz de la tierra. No hay otro. No hay. Y la lata cuesta como 60 Bs F ¡Dios!). En fin. Les hice una pregunta y muchos de ustedes me dieron su opinión a través de distintas vías. Y la verdad que eso me emocionó. Después me asustó. Después me confundió. Después me volvió a asustar. Después me tuve que encerrar en el baño a pegar brincos de la emoción. Después me dio dolor de garganta y dolor de cuerpo, y si no estoy en cama como un perro maldito, es porque mi mamá me obligó a ponerme la vacuna anti flu. Pero justo antes de las dos últimas cosas me puse a caminar un rato al aire libre.
Recordé que en el año 2005 agarré mis maletas y me fui a Argentina. Había ido una vez antes a visitar a una de mis mejores amigas que vive en Buenos Aires. Desde que anunciaron: "Señores pasajeros en pocos minutos estaremos aterrizando en la ciudad de Buenos Aires…," supe que esa ciudad iba a cambiar algo en mi vida. Supe que iba a vivir allí. Y así lo hice en Julio del 2005. Me fui un mes y me quedé 6. ¿Qué fui a hacer? Fui a escribir.
Quería hacer un postgrado en periodismo. Entré. Quería hacer un taller con un señor que era del círculo de nada más y nada menos que Jorge Luis Borges. Tuve que ir hasta su casa en el barrio de Recoleta. Recuerdo que me sentía como entrando a un oráculo. Como el niñito de Historia Sin Fin. Me hizo llevar varias historias impresas que no podían tener más de una página. Yo llevé un par de historias oscuras que había escrito unas semanas antes. Él se sentó frente a mí, y mientras fumaba Marlboro rojo, leyó. Yo veía sus ojos ir de un lado al otro de la página. El aire me faltaba y no paraba de pensar "¡el papelón si me desmayo ahorita!" Estaba segura de que al bajar la hoja me iba a decir con su acento porteño:
- Y vos. ¿Por qué no te dedicás a otra cosa?-
No hizo eso. Bajó las hojas y mirándome fijamente me dijo:
- Misterioso. – Y arqueó las cejas.
Luego me dijo que podía empezar a entrenarme con él en Abril del 2006. Mientras tanto me mandó a trabajar con una escritora amiga de él. Solange Camaüer. Con ella pasé varias semanas y fue lo máximo. Debía volver a Argentina en Marzo del 2006 para comenzar el postgrado. Para comenzar ese taller. Y no volví.
¿Por qué? No sé. Me descuidé. Me dolía vivir de nuevo lejos de mi país. A lo mejor intuía que, como dice mi papá todo el tiempo, esos eran los últimos días buenos. Empecé a trabajar de nuevo en un proyecto que amaba que era el Premio al Futuro Chef. Pensé que Argentina no se iba a hundir y que me podía esperar un año. Total, en el post-grado me dijeron que cero rollo. Que me guardaban el cupo. Para diciembre de ese año yo había empezado un negocio nuevo. Tenía un novio que además era mi socio, y no tuve el paquete de decirle: me voy, te dejo con tu negocio aquí a medias, yo me voy a mi post-grado. Yo me voy a escribir.
Se apoderó de mí la idea de que no podía. De que las letras no eran para mí. Me puse a leer cosas que había escrito, incluido el principio de una novela, y recordé uno de mis libros favoritos: El Romance de Leonardo. En una parte Mehrekovzky cuenta cómo Leonardo ve a unos "muchachos" entre los que estaba Miguel Angel, ir hacia una pira que había encendido Savonarola, y quemar decenas de sus obras. Entonces pensé: Esto es una porquería. Si yo no soy ni una millonésima parte de lo que fueron y siguen siendo esos hombres, lo que tengo enfrente es una osadía absurda. Entonces le di a "select all" y apreté "enter." Borré todo. Traté de vivir otra vida. Es decir, la duda y el miedo me secaron como la tiña que estrangula a los árboles.
Me quedé en Caracas. Me casé. Y no puedo decir que me fue mal. Esa era una parte importante del camino. Ahora tengo una musa más. Que hoy probó fruta por primera vez y me ha enseñado tanto de la vida.
Hace ya un buen tiempo Juan empezó un blog y dije: ¿Por qué no? ¿A quién le voy a hacer daño? Y empezó de nuevo a germinar ese árbol que estaba muerto.
Caminando el sábado me vino a la mente una parte de la película en que el esposo le pregunta a Julie: ¿Qué te gusta hacer? Y ella responde: Me gusta cocinar. En mi caso, la respuesta sería: Me gusta escribir.
Es que, yo pienso. Estoy escribiendo. Mientras oigo un cuento. Estoy escribiendo. Veo una película. Estoy escribiendo. Leo las noticias. Estoy escribiendo. Mientras sueño. Estoy escribiendo. Me miro al espejo. Estoy escribiendo. Me baño. Estoy escribiendo. Entonces busco desesperadamente prender a Cleo (mi compu) y dejo en Word aquello que fui escribiendo mientras estaba viviendo. Y cuando no estoy escribiendo. Estoy leyendo.
Así que mi reto es: Escribir una novela. Me doy un año. 6 meses es muy poco y más es demasiado. Puede que termine antes. Buenísimo. Pero tengo que tenerla para el 1 de diciembre de 2010. Les iré contando cómo voy. Cuántas páginas llevo. Cómo van creciendo los personajes. Si me tranco. Gritaré. Aullaré. Pero voy a hacer esto. Voy a dejar todo de un lado. Ya tengo instalado mi escritorio. Ya Cleo tiene su puesto. Ya hay mouse pad. Papelera. Hasta una poltrona roja en que sentarme cuando se me incruste el escritorio marrón. Cuando hable de que estoy trabajando: es en eso. Ese es mi trabajo. Me he contratado. Mi sueldo es en hojas de 21,59 X 27,94. Y ya veré que tigre mato por ahí, dando talleres o lo que sea.
Claro, ni voy a dejar de contarles sobre la ciudad de la furia, ni voy a evitar del todo la aventura cocinar. Cada vez que logre algo interesante con mis personajes. O que necesite aire. O que me entren dudas. Voy a abrir el Scanone y voy a cocinar algo al azar. Puede ser pudín de hígado de mapurite al horno con habas frescas del campo, o torta marmoleada. Lo voy a hacer como ejercicio de creatividad. Como recordatorio de que hay que lanzarse a hacer cosas nuevas. De que hay que estar abierto a aprender. Y para obligarme a ir de vez en cuando al mercado de Chacao. Porque al fin y al cabo la escritura se alimenta de la vida.
Y sí. Me lanzo, como esa historia del halcón que uno de ustedes me dejó. Me corto la rama y me quedo en el aire. Batir las alas: única opción.
Como aquella vez que el Atlético de Madrid pasó a segunda división, pasaré "un añito en el infierno."
Tengo un nudo en el estómago. Tengo una tentación terrible de darle a selecta all y apretar enter, y decir que sólo voy a cocinar. Pero entonces, estaría viviendo la vida de otro, y no la mía. Y hay que seguir el concejo de Píndaro: Llega a ser quien eres. Eso lo tenía en una pizarra en mi apartamento de Buenos Aires. Hay que al menos intentarlo. Al final, la respuesta a la pregunta de vida o muerte:
- Chamo ¿Y si escribo una novela y nadie la lee? –
- Entonces. – Me dijo mi esposo, parado en la cocina. – Te sentarás y escribirás la segunda.
Comentarios
Consejo: Escribe sobre lo que sabes.
Seguramente el primero no sea un hit, el segundo quizas.. una buena forma de financiarse es haciendo cosas que tengan que ver con el tema, para estar siempre metido en el mismo ambiente. Creo que editora literaria podria cuadrar, si ya organizaste concursos no te va a costar ese tema.
suerte.
Perdon anonimo anterior pero no entendi nada de lo que dices, solo por curiosidad como es eso de escribir cosas que me pasan a mi para encontrarme a traves de tus palabras? (entre fan y stalker a very thin line) jajajajaja.
Sigo sin poder usar los acentos.
Ya les contaré a todos cómo va la cosa. Y a medida que avance voy a ver si como me han pedido monto algunas frases y párrafos.
Mientras tanto, seguimos sueltas por la ciudad de la furia...
Es cierto, caminarás por el infierno, pero hallarás la salida. De eso, estoy segura.
Ah y otra cosa, no importa si no lo leen 55.555 millones de personas, al menos sabes que aquí tienes una que sí lo hará. Suerte en el camino!