A los catorce años
Nos enseñan a no tener la mala costumbre de preguntar ¿por qué? No necesariamente desde el punto de vista periodístico, sino más bien desde una visión general de las cosas. El por qué nadie lo sabe en el fondo. Cada quien tiene su teoría y su verdad. ¿Por qué se suicida un ser querido? ¿Por qué un amigo entrañable muere de pronto y violentamente en un accidente automovilístico? ¿Por qué a alguien que queremos tanto le da cáncer y se nos va demasiado pronto? Un día cualquiera amanece, te pones los zapatos, te miras al espejo, estás seguro de ser alguien definido, de tener tus cosas resueltas, no todo pero sí mucho. Tomas tu café y unas horas más tarde todo se viene abajo en unas cuantas palabras y una foto. En un principio era la vida de los otros, pero aquí ya nos hemos empezado a confundir unos con otros. Nos hemos dado cuenta de lo unidos que están nuestros destinos, la carne de uno nos duele a los demás. A casi todos al menos, porque la indolencia también está viva. Viva y colea. ...