Algunos de nosotros andamos por ahí con secretos. Cosas inconfesables. Pasados tan remotos que ya han perdido la estructura de la realidad. Como si la vida que dejamos atrás fuese un cuento, un producto de la ficción, una especie de libro mágico, sólo nuestro, y está escrito en ese espacio que llamamos memoria. A veces, esos secretos, esos recuerdos, esas historias tienen un contenido que no sabemos cómo reproducir, vuelven. No importa el talento frente a las letras. Reproducirlo. Contarlo. Asumirlo. Es demasiado. Entonces dan vueltas dentro de nosotros. Esas escenas, esos momentos en los que tocamos la oscuridad. En los que palpamos el fondo de un abismo que sólo está abierto para quienes toca la compuerta de la tragedia. Nos hacemos solitarios. Nos encerramos en ese pasado que va impregnando el presente. Como si la vida fuese multicolor y esos recuerdos, esas heridas, dejaran de sangrar pero continuara manando de ellas un líquido, una tinta, que ennegrece todo, que lo c...