¡Basta!
Hace un par de años iba con mi hermana por la cotamil y casi llegando a la salida de Terrazas del Ávila vimos una moto de tránsito en el hombrillo y dos funcionarios mirando el suelo. Casi por instinto hicimos lo que no se debe hacer, lamentablemente, en estos casos que es reducir la marcha. Nos fuimos acercando y ahí lo vimos, tirado boca bajo un cadáver desnudo, que los funcionarios habían cubierto con un plástico transparente. Contuvimos el aliento y seguimos. Lo contamos al llegar a nuestro destino, un poco para librarnos de la carga de aquella imagen grotesca. Pero al rato descubrí con gran desilusión que no era algo que nos impresionara, ni que nos sacara de la rutina, más allá de algunos momentos de reflexión, de imaginación desbordada pensando qué le habría podido pasar a aquel hombre para encontrar la muerte de manera tan grotesca e indigna, más allá de la paranoia, no nos llegó más nada. Una oración por él y por nosotros. Eso fue todo. Y lo mismo a nuestros interlocutores. N...