El Pájaro que Vive en mi Cabeza y se Come mis Tareas
Mencionar las palabras horno y prendido en mi casa, es invitar a mi cuñado a contar el cuento de cuando dejé el horno de su cocina prendido durante todo un fin de semana. Tenía dieciocho años y ya ni recuerdo qué era lo que iba a cocinar. Sólo sé que lo prendí. Saqué la comida. No lo apagué. Nos fuimos. Al regresar ahí estaba, la manilla en no sé cuántos cincuenta. Un testimonio del milagro de un santo a quien debemos adjudicarle el milagro de que el apartamento no se quemó. En esa cocina hice otro desastre. Fue un día que me dio por hacer sopa de tomate. Hice sopa como para alimentar a toda la cuadra, serví los platos. Comimos y el resto lo dejé en la olla. Se me olvidó pasarlo a un topper. Mi hermana no revisó. Nos fuimos de fin de semana, y al regresar el domingo allí estaba un nuevo planeta rojo dentro de la olla. Era uno de esos calderos de hierro, pero ni siquiera la estructura del metal pesado pudo combatir la fuerzas del nuevo ecosistema. Tuvimos que botar el caldero. ...