Dime Cómo lo Tomas, y Te Diré Quién Eres

El café es quizás uno de los temas más sensibles y más personales que existen. Hay quien no se puede levantar sin tomarse un café. No existe. No se le puede hablar porque contesta golpeado y de mala manera. Como si buenos días u hola fuese algo así como vete a la mierda en cuti. Una vez que se toman el primer sorbo cambian de manera espeluznante. Como las aeromozas que son capaces de mandar a la mierda a un pasajero, diciéndole, señor ese maletín tiene que ir en el compartimiento de equipaje y hasta que no lo mande no puede abordar. Una vez que el infeliz entrega el coroto, temiendo que se lo pierdan y le roben lo que tiene adentro le dice con sonrisa de Miss Anzoátegui “gracias por volar con Aerobipolar, buen viaje.” Este tomador de café, por lo general, no tolera bien las rascas y es propenso al ratón. Después está el que no puede desayunar sin café. El que tiene pedirlo antes de que le traigan el perico con arepa, o las panquecas. Generalmente este tomador de café se baña en la maña...